La alopecia androgenética puede llegar a darse en casi el 50% de las mujeres, siendo de aparición más habitual con la llegada de la menopausia y la disminución de estrógenos (hormonas femeninas).
Durante la menopausia los andrógenos (hormonas masculinas), anteriormente inhibidos por la mayor presencia de estrógenos, empiezan a actuar sobre el cabello de la misma manera que en los hombres, debilitándolo y provocando una caída irreversible si no es tratada a tiempo. A diferencia de la alopecia en hombres, la alopecia androgenética femenina afecta mayoritariamente a la zona superior de la cabeza, permaneciendo inalterable la línea frontal del cabello.
Sin embargo, en casos muy avanzados podría incluso afectar de forma difusa a todo el cabello.
La realización de un diagnóstico durante los primeros síntomas de la enfermedad consigue, en la mayoría de los casos, detener el proceso de caída, aumentar la densidad capilar (los cabellos recuperan su grosor habitual) y la regeneración de los cabellos perdidos.
El estudio tricológico y otras pruebas médicas (analítica, tracción, etc.) ayudarán al especialista en dermatología capilar a obtener un diagnóstico preciso y a pautar el tratamiento más adecuado en cada caso.
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