La rosácea es una afección de la piel que aparece en el centro de la cara, con alguna similitud al acné. Se caracteriza por un enrojecimiento, a veces de aparición repentina y brusca, que con frecuencia se acompaña de sensación de quemazón o tirantez en la piel, y cierto aspecto de sequedad.
Se presenta también con la aparición de capilares dilatados y granos inflamados incluso con pus. Su evolución se hace crónica y con el tiempo puede causar deformidades en la nariz y cicatrices. En algunas ocasiones, además, aparecen también afecciones derivadas en los ojos, que necesitan la valoración y el tratamiento de un especialista.
Aunque su causa es desconocida, existen distintos factores que influyen en su aparición. Entre ellos, son destacables la exposición continuada al sol, la herencia familiar e incluso el color y el tipo de piel. En algunas ocasiones, cambios hormonales como la menopausia puede convertirse en un factor desencadenante.
El tratamiento para esta afección depende de la severidad de la sintomatología. En casos leves, puede bastar con cremas. A veces se requiere el uso de antibióticos orales o tópicos. Evitar y protegerse del sol es muy importante.
La rosácea es una de las enfermedades de la piel en la que el uso de láseres ha supuesto un avance importante para tratar las dilataciones vasculares, el enrojecimiento brusco y la sensación de calor.
Con el empleo del láser disminuimos la frecuencia y la severidad de los brotes. Además, podemos mejorar las deformidades y cicatrices que a menudo complican la evolución.
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