A diferencia de años atrás, en la actualidad es posible eliminar prácticamente por completo cualquier tatuaje sin utilizar técnicas de electrocoagulación o dermoabrasión que, además de eliminar la presencia de tinta en la piel, producen daños en ella y provocan la presencia de cicatrices.
El color del tatuaje, el tipo y su localización corporal determinan qué tipo de láser se utiliza en cada caso y su efectividad. En aquellos realizados en tinta negra, es posible utilizar láseres más penetrantes, de tal forma que dependiendo de la densidad y estabilidad del color utilizado en el dibujo el éxito del tratamiento es prácticamente completo. Por su parte, los tatuajes de colores presentan alguna dificultad en aquellos trazos llevados a cabo en tintas con alta proporción de óxido de titanio o zinc.
También resulta relevante el tipo de tatuaje sobre el que se va a tratar. En el caso de los profesionales, suelen ser necesarias al menos diez sesiones para obtener un buen resultado. En los tatuajes aficionados existe una menor cantidad de pigmento, por lo que resulta algo más sencillo de eliminar, en al menos unas seis sesiones. Por su parte, las micropigmentaciones requieren una media de tres sesiones para su eliminación, excepto en los casos en los que sean más profundas.
“Algunos componentes de las tintas de los tatuajes son potencialmente cancerígenos” — Particularmente peligrosos son los azoicos, que liberan aminas aromáticas, vinculadas al cáncer de vejiga —
La moda de tatuarse está tan extendida en la sociedad que la Comisión Europea ha emitido un informe sobre el peligro potencial que puede suponer para la salud, recomendando realizar estudios que ayuden a determinar estos riesgos. “A diferencia de lo que ocurre con los cosméticos, donde existen listas positivas de compuestos, no existe una legislación comunitaria específica sobre la composición permitida o segura de la tinta de larga duración, algo realmente necesario cuando hasta el 12% de los europeos está tatuado”
El informe, que ha contado con la colaboración de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, muestra que existen productos potencialmente peligrosos en las tintas empleadas para tatuajes en Europa. En concreto hidrocarburos policíclicos aromáticos (43%), aminas aromáticas primarias (14%) y metales pesados (9%). Especialmente peligrosos son los productos azoicos, que en determinadas situaciones, pueden liberar aminas aromáticas. Éstas están relacionadas con la aparición de, por ejemplo, cáncer de vejiga, y además, su principal uso es industrial (goma, aluminio, ropa).
“Estos compuestos se pueden degradar en nuestra piel por la acción del sol, la radiación ultravioleta o el láser. El riesgo cancerígeno potencial de estos productos cuando permanecen largos años en la piel no está claramente establecido y serían necesarios estudios que lo confirmasen o descartasen”.
Hasta el 5% de las personas tatuadas puede sufrir algún tipo de complicación, que en la mayoría de los casos conocidos son poco importantes, al menos a corto plazo. La mayoría de ellos son reacciones inflamatorias asociadas al traumatismo en el momento de realizar el tatuaje o cuando desea eliminarlo, pero pueden producirse también infecciones, alergia o hipersensibilidad. A veces pueden aparecer décadas después de realizar el tatuaje, como las reacciones de hipersensibilidad retardada.
En cuanto a los colores empleados, si finalmente decidimos eliminar el tatuaje, “el rojo, amarillo y verde son los colores más difíciles de eliminar, mientras que los más sencillos son los azules y negros” afirma el director del Instituto de Dermatología Integral. La tecnología ha avanzado mucho en este campo y el láser específico para pigmentos es el tratamiento de elección. Consigue eliminar el tatuaje sin cicatrices y las sesiones se adaptan al tamaño, lugar y color del tatuaje a eliminar.
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